Crítica teatral de Jon Sarasti


Nombran las enciclopedias a Hildegard von Bingen como abadesa, lider monástica, compositora de música, poetisa y escritora. Hasta aquí llegaba mi lejano conocimiento del personaje que vivió en Alemania entre los siglos XI y XII. Pero hay más, y más sorprendente: Hildegarda fue médico, y destacó con sus tratamientos naturales al punto de ser nombrada por Calvache como la predecesora de la homeopatía. También fue teóloga, y trató en sus escritos acerca de la naturaleza de Dios, pero los historiadores no se atreven a conceder a las mujeres tal categoría y la catalogan meramente como mística. Claro que semejante personaje poliédrico no puede imaginarse sin facetas como la de profetisa y visionaria. Tenía visiones, desde niña, unas visiones que según ella la acercaban a Dios. Una amiga pedagoga comentaba que una persona de inteligencia sobresaliente tiene probablemente una sobrecarga de conexiones eléctricas cerebrales, que puede derivar en relámpagos y visiones de lo más natural.
Hildegarda fundó monasterios, equivalentes a los Beaterios que en España sirvieron para que mujeres nobles y de alta posición esquivaran el matrimonio y vivieran cómodamente en palacios, dedicadas a la cultura (a la edición y a la lectura). En los monasterios ingresaron mujeres de alta condición económica y posición nobiliaria muy principal, por lo que se entiende el papel político de Hildegarda tratándose de igual a igual con príncipes y obispos de Renania. Para comprender la dimensión política de esta mujer debemos centrar la atención en que predicaba, en iglesias y en catedrales, tenía predicamento (sinónimo de prestigio, autoridad e influencia). Lo raro es que no la quemaran, solo la censuraron en parte.
El personaje es todo un descubrimiento para quien gusta de sorpresas en la historia, porque yo al menos soy de la opinión de que todo lo que sabemos en realidad no fue así, y hay que redescubrirlo. Con lo que me topo con una mujer destacadísima a nivel intelectual, que abordó los territorios más sensibles del patrimonio masculino (teología, medicina, empresa y creación artística). Lo que he comentado antes: a la vista de las carnicerías que desató la Inquisición alemana (nunca tantas la española, contra lo que dice nuestra leyenda negra), es milagroso que esta mujer viviera hasta los 81 años. Curiosamente Benedicto XVI ha prometido nombrarla este año Doctora de la Iglesia, toda una consideración a la germanidad de una católica destacada, de santa ni hablamos, es peligroso en este caso.
Una película de 2009, de la directora alemana Margaretta von Trotte, repasa la vida de Hildegarda haciendo especial hincapié en la santidad de sus visiones y misticismo. Refleja una mujer sencilla enfrentada a las jerarquías eclesiásticas.
El espectáculo de Calvache, por el contrario, aborda la personalidad de Hildegarda, sus logros y sus contradicciones, incluso con la soberbia de una persona que se sabe creativa (ingeniosa e inspirada) y superior. El texto busca los resquicios del pensamiento de la músico, las dudas de la médico, las inestables certezas de la teóloga (lo de mística es un además), y agranda sin dudarlo la dimensión humanística de la literata. Esta Hildegarda es persona, admirada y reverenciada desde lo intelectual, respetada en sus humores físicos. Incluso cuando aborda el sufrimiento sentimental, cuando su amor por Richardis la hace enfermar (su secretaria y compañera, hija de la marquesa Von Stade, la abandonó para dirigir otro convento), es una faceta más en la vida plena de un genio de la historia del arte y el pensamiento.
El espectáculo es pura sencillez y evocación, pero tiene ritmo, las imágenes se transmiten con todos los sentidos: la palabra, la luz, el espacio escénico y la música proponen momentos del pensamiento que se van sucediendo de manera algo hipnótica y muy atractiva.
El trabajo actoral lo desarrollan dos actrices, dos almas de Hildegarda que dialogan contínuamente, se solapan, se separan, debaten y sienten. Es un trabajo muy elaborado y muy sugerente. Hay que añadir que las dos actrices son invidentes, que hacen un trabajo corporal muy abierto y divertido, y que todo el significado del texto adquiere una dimensión especial en su voz: la música, las visiones, el coraje, la determinación intelectual, etc. Mamen Martín encarna una Hildegarda más seria, la monja responsable y la médico consciente de la miseria que la envuelve. Mariu del Amo es la versión más humana y pícara, la soberbia y la conciencia humana y también la construcción literaria de discursos teológicos y cartas políticas. El retrato del personaje se hace sin abandonar un instante la acción física, con recorridos y mutaciones de vestuarios sugerentes, sorprendentes.
Todos los profesionales implicados en esta joyita escénica han hecho muy buena labor. Era delicioso el trabajo del músico Glaser: una presencia contínua, en directo, imbricada en la acción, pero tremendamente elegante (Canciones de Hildegarda que se oían en boca de Mamen Martín o en diferentes violines). Qué sugerente y trabajado el espacio de papel y cajas que inventó el arquitecto Antonio Duque, todo un homenaje a la transmisión del conocimiento que suponía el libro, en épocas de amanuenses y copistas. La escritura, el papel y el pensamiento estaban presentes, detrás, recordando el valor que tiene para la cultura alemana. El remate lo dan los juegos de videocreación de Monika Rühle, proyectados sobre la escena y el vestuario, oportunamente blanquecinos: llamaradas de pasión, nieblas confusas y reflejos de agua iluminan los momentos de crisis de voluntad. Hay un elaborado concepto en todo el conjunto (dobles visiones de la imágenes, velos ilustrados que cubren a las monjas) que confiere una calidad excepcional a la puesta en escena, una calidad medida y que no derrocha. Mónika Rúhle es escenógrafa y pintora, se aprecia el cariño con que dirije este elegante conjunto estético.
En fin, una sorpresa de espectáculo de creación, añadido a la sorpresa de conocer bastante más al personaje de Hildegarda von Bingen. Hay que agradecérselo a todos ellos. No me olvidaré fácilmente de esa velada. Búsquenla y no la dejen escapar.

Jon Sarasti
Madrid, 12 de febrero de 2012.

http://jonsarasti.wordpress.com/



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